Nuestro Señor Jesús oró impecablemente contra sus enemigos. Oró y cantó los Salmos. El Salmo 109 claramente mesiánico muestra su confianza en Dios para traer justicia (venganza) contra sus enemigos, específicamente su traidor, Judas Iscariote:
«Me rodean con palabras de odio y me atacan sin razón. Me pagan mi amor con acusaciones, incluso cuando oro por ellos. Me pagan el mal con el bien y el odio con el amor».
Salmos 109:3 – 5 NTV
Note, no hay oposición entre el amor, la oración por los enemigos (Lucas 23:34, Mateo 5:43-44) y la oración para que Dios los castigue. Nuestro Señor Jesús nos enseña a actuar piadosamente en ambos sentidos.
Las declaraciones posteriores en el salmo reducirán el enfoque en un enemigo específico:
«Que el impío testifique contra él, y el acusador llévelo a juicio. Y su mujer viuda. Que sus hijos anden vagando como mendigos, y sean echados de sus casas arruinadas. Que los acreedores tomen todos sus bienes, y los extraños tomen el fruto de su trabajo. Que nadie lo trate con bondad, ni tenga piedad de sus huérfanos. Que toda su descendencia perezca; que el nombre de su familia sea borrado en la próxima generación. Que el Señor nunca olvide los pecados de sus antepasados; que los pecados de su madre nunca serán borrados. Que el Señor se acuerde siempre de su culpa; que su nombre sea olvidado por completo. Porque no quiso ser amable con los demás; persiguió a los pobres y necesitados, y persiguió a los quebrantados de corazón hasta la muerte. Él amaba maldecir, ahora que él mismo fue maldecido, no se complació en bendecir; ahora que no sea bendito».
Salmos 109:6 – 17 NTV
Mira, las maldiciones de la Ley se invocan contra este enemigo transgresor de la Ley.
En el Nuevo Testamento, se declara que el enemigo específico de este Salmo es Judas Iscariote.
El Apóstol Pedro explicó a los 120 hermanos en el aposento alto que se debía elegir un nuevo apóstol para tomar el lugar de Judas (Hechos 1:13-15).
El autor inspirado aplicó como respuestas a las oraciones de Jesús, los Salmos 69 y 109 (Hechos 1:20).
Pedro continuó: “Está escrito en el libro de los Salmos: ‘Quede desierta tu casa, sin que nadie habite en ella’ (Salmo 69:25). También dice, ‘Deja que otro tome tu lugar’ (Salmo 109:8).
Hechos 1:20 NTV
Nuestro Señor Jesús enseña a su iglesia cómo debemos comportarnos ante los perseguidores. No ejerciendo la venganza personal, sino a través de la oración invocando y descansando en la perfecta justicia de Dios. Abstenerse de la venganza no es abstenerse del deseo de justicia.
Las imprecaciones son declaraciones de juicio justo, es decirle a Dios que no responderemos mal con mal.
En sus oraciones, Jesús ofrece palabras piadosas de condenación para orar por aquellos que causan injusticia.
Orar contra los enemigos es orar cristocéntricamente.
Thiago da Silva Vieira