La señora Ideología y el señor Relativismo llegan a cenar.


Mientras estamos cómodamente sentados frente al atractivo postre, tenemos en nuestra mesa a personalidades que no fueron invitadas, pero que se sientan en los mejores asientos, como si fueran invitados especiales. Codo a codo, la señora Ideología y su compañero el señor Relativismo, no han venido a tomar el postre, quieren el plato principal, nuestra mente.

La persecución de los cristianos implica la descarada intención de cambiar lo que pensamos. Desde la burla de nuestra fe hasta el desprecio a nuestro Dios, sus armas son aniquiladoras. Devoran las mentes de los jóvenes, arrancando las semillas germinales de su fe.

De generación en generación se ha difundido el conocimiento de Dios, de boca en boca, de un discípulo a otro discípulo, y esto no viene de nosotros, es un regalo de Dios, para que Satanás no prevalezca.

La señora Ideología, sin embargo, es militante, quiere infiltrar ideas falsas en tu mente, y poco a poco, sin que te des cuenta, va expulsando la verdad de lo que piensas y lo que crees que es el archivo de todo lo que entra en tu imaginación por tus ojos. y tus oídos.

Sra Ideologia tiene un posgrado en retórica y trae preguntas que hacen dudar de la verdad. La duda se instala en la mente de quien no está convencido de lo que cree, esta falta de convicción es la brecha que existe entre la persona y la Palabra de Dios. La persona se da cuenta de que no recuerda exactamente lo que Dios dijo porque han pasado días o semanas desde que abrió la Palabra de Dios para leer. Esta persona va al culto, escucha atentamente, vibra con lo que Dios dijo, pero salió apurado para la siguiente cita y el viento que entró por la ventana (de la vida) despeinó, no solo su cabello, sino también sus convicciones de quién. Es Dios, si hay que confiar en lo que dice. Ella se pregunta: ¿qué dijo realmente? …¿era no comer o no tocar el árbol del jardín? …Ya no lo recuerdo…

Y ahora que la señora Ideología ha repasado lo que queda de las convicciones de esta persona, llega el señor Relativismo y dice: – No importa lo que creas que es verdad, porque la verdad, después de todo, es diferente para cada persona. Y está bien que todos tengan una verdad, un dios, una forma de vivir y de hacer las cosas, ¡simplemente respetar las diferencias y seguir viviendo! ¡No te enojes con la gente porque piensan diferente que tú! Pero ¡oh, cuidado con los creyentes! Son radicales, creen que hay una sola verdad y que sólo se puede encontrar en las Escrituras. ¡Imaginar! Y todavía dicen que las Escrituras son la Palabra inspirada de Dios. ¡Esto es una broma, eh!

Pero, ovejas, no está bien. Aún vivimos en la era de la Caída, donde se corrompen los pensamientos, así como las emociones y todo lo que hay en nosotros, por eso Dios ha insistido en que nuestra mente sea renovada en su Palabra. Nuestra mente tiene que estar alineada con la verdad, y la verdad es Cristo Jesús.

Recordar quién es Dios es una parte esencial para superar las tentaciones y ceder a las ideologías y el relativismo. Buscar la verdad es nuestro punto de anclaje.

Cuando haya duda, volver a la verdad, pedir discernimiento al Espíritu Santo. La absorción de la Palabra de Dios y la iluminación del Espíritu trabajan juntas para darte sabiduría de lo alto y permanecer en la verdad.

Dios quiere que tengamos un buen recuerdo de quién es él, qué hizo, qué nos prometió, quiénes somos y que regresará como Rey. ¿Cómo cumpliremos con todo esto? Entrenando nuestra mente, manteniendo lo que aprendemos. ¿Cómo lo almacenamos? Si fuiste o eres todavía estudiante, sabes que hay maneras de guardar lo que aprendemos. La Biblia nos enseña que una buena manera de aprender y recordar es la repetición. Por eso leemos insistentemente la Palabra de Dios, escuchamos la predicación, memorizamos versículos, nos inculcamos la Palabra de Dios a través de la repetición, para que la verdad sea guardada, vivida y proclamada.

La verdad protege nuestra mente de la duda, guarda nuestro corazón de la incredulidad y nos enseña a proclamar nuestra fe. Pero claro esto tiene un precio, un precio alto, que ya está pagado, y que exige de ti esfuerzo, permanencia y crecimiento. Empieza y no pares. Sigue la verdad. ¡Adelante, ovejas!

Renata Gandolfo


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