En el mundo actual, la ambigüedad y el compromiso parecen ser la moneda común en el discurso público. Muchos hombres, especialmente los cristianos, se sienten tentados a suavizar sus posturas ante la presión social, los cambios culturales o una posible reacción violenta.
Sin embargo, la Biblia pide una clase diferente de hombre: uno que sea audaz, no ambiguo. Los hombres cristianos están llamados a estar al frente, a enfrentar el peligro de frente y a decir la verdad con valentía, sin importar a quién ofenda. Este no es un llamado a la arrogancia o al descaro, sino al liderazgo humilde y valiente que Cristo mismo modeló.
Una de las características más distintivas de la masculinidad bíblica es el llamado a liderar con audacia. A lo largo de las Escrituras, vemos hombres de Dios que asumieron este manto y se mantuvieron firmes ante la adversidad.
Hombres como Moisés, Josué y David no eran tímidos ni poco claros en sus convicciones. En cambio, dirigieron a su pueblo con valentía y claridad, incluso cuando eso los puso en situaciones difíciles.
El apóstol Pablo ejemplificó este mismo espíritu de liderazgo audaz. En sus cartas a las iglesias primitivas, Pablo continuamente exhortaba a los hombres a ser valientes en su fe, particularmente en tiempos de dificultad.
Él escribe a los corintios: «Velad, estad firmes en la fe, sed como hombres, sed fuertes» (1 Corintios 16:13). Paul no se anda con rodeos aquí. «Dejarte como a los hombres» significa actuar con valentía y determinación, como deberían hacerlo los hombres.
En nuestros días, este llamado sigue siendo el mismo. Los hombres cristianos deben guiar a sus familias, sus iglesias y sus comunidades manteniéndose firmes en la verdad de la Palabra de Dios, sin doblegarse ante las opiniones siempre cambiantes del mundo.
La masculinidad bíblica también significa afrontar el peligro sin miedo. Cuando examinamos la vida del rey David, vemos a un hombre que repetidamente enfrentó el peligro con confianza en el Señor. Cuando era un joven pastor, David no rehuyó a Goliat, el gigante guerrero filisteo que había aterrorizado a los ejércitos de Israel. En cambio, David declaró con valentía:
«Tú vienes a mí con espada, lanza y escudo; pero yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado» (1 Samuel 17). :45). El valor de David no estaba en sí mismo sino en el Dios a quien servía.
De la misma manera, los hombres cristianos de hoy están llamados a enfrentar los gigantes de sus vidas (ya sean luchas personales, presiones sociales o guerras espirituales) con valentía, sabiendo que no se mantienen firmes en sus propias fuerzas, sino en la fuerza del Señor. .
Jesús mismo advirtió a sus discípulos que seguirlo traería peligro y persecución: «Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 10:22). No debemos rehuir estos desafíos, sino afrontarlos de frente, cimentados en nuestra fe.
Uno de los mayores desafíos para los hombres cristianos hoy en día es la tentación de diluir la verdad con el fin de agradar o aceptar. Pero la verdadera masculinidad bíblica requiere que los hombres digan la verdad con valentía, incluso cuando pueda ofender a otros. Esta no es una excusa para ser grosero o desconsiderado, sino un llamado a permanecer firmes en la verdad de las Escrituras.
Jesús mismo nos dio el ejemplo en esto. Cuando enseñaba, hablaba con autoridad y muchos se sintieron ofendidos por sus palabras. Sin embargo, no rehuyó proclamar la verdad del reino de Dios.
En Juan 14:6, Jesús dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí». Esta declaración fue y sigue siendo profundamente ofensiva para muchos, pero es la verdad, y Jesús la pronunció sin dudarlo.
Como hombres cristianos, debemos seguir este ejemplo. No podemos darnos el lujo de ser ambiguos o poco claros acerca de lo que creemos. El apóstol Pablo, nuevamente, nos proporciona un modelo en sus cartas.
Él escribe a la iglesia en Éfeso: «Pero hablando la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo» (Efesios 4:15). Decir la verdad no significa ser innecesariamente duro u ofensivo; significa entregar la verdad con espíritu de amor y humildad, pero sin concesiones.
Los hombres cristianos son llamados a un estándar más alto. Deben ser líderes audaces, enfrentar el peligro con valentía y decir la verdad con amor, sin importar el costo.
El mundo puede contraatacar y el mensaje del Evangelio puede ofender, pero nuestro llamado es claro. Como hombres de Dios, debemos permanecer firmes en la verdad de las Escrituras, liderar con convicción y afrontar los desafíos de esta vida con una fe inquebrantable en Cristo.
Prestemos atención a las palabras de Pablo en 2 Timoteo 1:7: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio». Que nosotros, como hombres cristianos, estemos a la altura del desafío y vivamos esta audacia en cada aspecto de nuestras vidas, para la gloria de Dios y el avance de Su Reino.
Stoic Christian