“Quiero recordar lo que puede darme esperanza.
Las misericordias del Señor son la causa de que no seamos consumidos,
porque sus misericordias no tienen fin; se renuevan cada mañana.
Grande es tu fidelidad.(Lm 3,21-23)
¿Se le reconoce como una persona que tiene buena memoria?
Sabemos que la memoria juega un papel esencial en cómo elegimos qué pensar, ya que sirve como una base de datos interna que influye en nuestras decisiones, emociones y acciones.
Todo lo que vivimos, aprendemos y experimentamos se almacena en la memoria y puede influir en nuestras elecciones de pensamiento. Esto significa que el La memoria da forma a nuestra visión del mundo.
El profeta Jeremías, inspirado por el Espíritu Santo, nos anima a recordar lo que nos da esperanza (Lm 3,21). Practicar la gratitud y meditar en las verdades bíblicas ayuda a crear patrones de pensamiento basados en la memoria que alimentan la fe, el gozo y la paz.
Incluso los recuerdos difíciles pueden recibir un nuevo significado a la luz de la verdad de Dios. La forma en que elegimos recordar eventos pasados puede transformar nuestro presente y moldear nuestros pensamientos para el futuro. ¡Nuestra memoria también puede ser redimida!
Pablo nos exhorta a renovar nuestra mente. (Rm 12,2) y esto incluye elegir, seleccionar y revisitar deliberadamente recuerdos edificantes y evitar dar paso a pensamientos basados en mentiras que nos alejan de Dios.
La memoria es un regalo de Dios que nos permite recordar experiencias, verdades y aprender del pasado. Cuando elegimos en qué pensar, en cierto modo estamos seleccionando recuerdos en los que centrarnos. Por lo tanto, cultivar recuerdos que glorifiquen a Dios es esencial para una mente alineada con Su voluntad.
En Lamentaciones 3:21 (“Quiero recordar lo que me puede dar esperanza”) notamos que existe una conexión crucial entre la memoria y la esperanza: lo que elegimos recordar puede reorientarnos de la desesperanza a la confianza en Dios. Veamos algunas formas de relacionar la memoria con la esperanza.
Memoria y esperanza
La memoria es un recurso para encontrar esperanza. Cuando enfrentamos tiempos difíciles, nuestra tendencia natural puede ser centrarnos sólo en el problema. Sin embargo, Jeremías nos muestra que recordar verdades sobre el carácter, las promesas y las acciones de Dios en el pasado nos ayuda a renovar la perspectiva y encontrar esperanza en el presente.
A lo largo de la Biblia, Dios frecuentemente instruye a su pueblo a recordar sus acciones, como su liberación de Egipto (Éxodo 13:3) y su sustento en el desierto (Dt. 8,2).
Estos recuerdos pretenden alimentar la confianza en el Dios que ya actuó poderosamente en el pasado y, por tanto, es capaz de volver a actuar en el futuro (Hb 13,8).
Memoria y concentración
La memoria redirige el foco. Jeremías vivió en una época de destrucción y exilio, pero al recordar la misericordia y la fidelidad de Dios (vv 22, 23), encontró aliento en medio del caos. Esto muestra que la memoria puede sacarnos de un enfoque limitado sobre los problemas y dirigirnos a una visión más amplia y centrada en Dios.
En lugar de detenerse únicamente en recuerdos de fracasos, problemas o dificultades, Jeremías eligió intencionalmente recordar las verdades que fortalecen la esperanza. Esto requiere fe y disciplina, ya que buscar recuerdos edificantes no siempre es una actitud natural. Por lo tanto, necesitamos:
- Cultive una “memoria de esperanza”: recuerde y escriba situaciones en las que Dios respondió sus oraciones y trajo liberación a su vida. Recuerda esto en tiempos de dificultad.
- Recuerde las promesas de Dios: la meditación en versículos que resaltan la fidelidad de Dios alimenta una memoria espiritual que sostiene la esperanza (Salmo 119:49).
Elegir qué recordar es una forma de moldear nuestra mente y nuestro corazón a la luz de quién es Dios. La memoria, cuando se dirige a las verdades, se convierte en un puente hacia la esperanza: la esperanza de que Aquel que fue fiel en el pasado seguirá siéndolo en el futuro.
Hábitos que ayudan a nuestra memoria
cuando en crisis (salud frágil, dificultades económicas, angustia, desesperación), recuerda recordar todo lo que te da esperanza. Si tienes el hábito de grabar recordarás las situaciones en las que Dios te apoyó y te dio la fuerza para seguir adelante. Esto refuerza la convicción de que el mismo Dios que te cuidó en el pasado está contigo en el presente. Esta práctica de recordar las acciones de Dios no elimina inmediatamente las dificultades, pero renueva la confianza y la esperanza para afrontarlas.
Puedes desarrollar el hábito de escribir, semanal o diariamente, (al menos) tres cosas por las que estás agradecido, creando un registro de recuerdos edificantes que puedes revivir en momentos de desánimo.
Elegir recordar las acciones de Dios en el pasado transforma nuestro presente. Así como Jeremías redirigió tu atención al recordar las misericordias del Señor, tú puedes encontrar esperanza al revisar la evidencia de la fidelidad de Dios en tu propia vida.
Práctica
En situaciones difíciles (y puedes pensar en ejemplos reales, o incluso lo que estás enfrentando ahora mismo), nuestra tendencia es debilitarnos diariamente y parece que el sufrimiento se vuelve insoportable – o incluso ver sufrir a los que amamos. En estos momentos dolorosos, ¿qué puede traer esperanza?
- Recuerda el La bondad de Dios para toda la vida;
- Trae a la memoria momentos en los que Dios te apoyó como persona, o como familia;
- Recuerda la certeza de la eternidad prometida por Cristo. Nuestra alma siempre está segura en las manos de Dios.
Nuevamente: estos recuerdos no eliminan el dolor de la situación, pero le dan un nuevo enfoque: en lugar de ser consumidos por el miedo y la tristeza, hay consuelo en la fidelidad de Dios en el pasado y ahora en el presente.
Los recuerdos de la fidelidad de Dios en el pasado nos ayudan a enfrentar los desafíos del presente al recordarnos que Él mantiene el control. Incluso en medio del dolor, la esperanza en la eternidad prometida es el ancla que sostiene nuestra alma. (Hebreos 6.19)
Trayendo promesas a los recuerdos
En el libro Pilgrim’s Progress, John Bunyan representa la esperanza a través de diferentes elementos y personajes. El personaje cristiano, después de orar toda la noche para escapar del Castillo de la Duda, recordó que tenía en su bolsillo una llave llamada Promesa. Inmediatamente sospechó que la llave abriría cualquier cerradura del castillo. Al descubrir que abría fácilmente la puerta de la mazmorra, la usó nuevamente en la puerta de al lado, aunque era más difícil de abrir. Finalmente, Christian y Hope llegaron a la Puerta de Hierro del castillo. Esta última puerta fue especialmente difícil, pero acabó abriéndose con la misma llave. Bunyam describe lo que nos sucede a menudo cuando no tenemos esperanza. Aunque tenemos la llave (las promesas de Dios) en nuestro bolsillo, las olvidamos en momentos de necesidad. Cuando finalmente recordamos la promesa que necesitamos, meditamos y creemos en ella, podemos salir del control de la desesperación.
Aférrate a los recuerdos de la esperanza.
En la vida cotidiana debemos recordar que la esperanza se fortalece cuando nos aferramos a las promesas de Dios.
- Cultiva la memoria de la fidelidad de Dios: Recuerda las ocasiones en las que Dios ha respondido a tus oraciones o te ha sostenido en momentos difíciles. Esto fortalece la esperanza.
- Utilice la Biblia como su “llave”: Medite en versículos que hablan de las promesas de Dios, como Romanos 8:28 o Lamentaciones 3:21-23.
- Encuentra aliento en la comunidad: rodéate de personas que te indiquen a Cristo y te alienten a seguir adelante.
La esperanza crece cuando recordamos que Dios es fiel y que, incluso en las luchas, nos lleva a un final glorioso.
Que seamos intencionales al ejercitar nuestra memoria.
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Luciana Sborowski